No necesito a nadie para ser feliz
ni me hace falta un abrazo o un beso
pues he aprendido a disfrutar de mí
y a valorar mi propio universo.

La soledad no es una maldición
sino una oportunidad de crecer
de explorar mis sueños y pasiones
y de hacer lo que me dé placer.

No me siento solo ni vacío
al contrario, me siento completo
pues tengo mi propia compañía
y me acepto tal y como soy.

No necesito a nadie para ser feliz
pues la felicidad está en mi interior
y nadie puede quitarme lo que siento
ni apagar el brillo de mi corazón.